Con normalidad

sábado, 5 de marzo de 2011

Ha venido Vara y ha venido con normalidad. Claro que cuando viene el secretario general del partido, presidente de la Junta y firme candidato a seguir siéndolo la normalidad por lo que destaca es por su ausencia. Y gracias, porque cuando las cosas son normales la vida pierde chicha, se instala la monotonía y todo es muy aburrido. Pero todo el mundo trata de que las cosas sean "normales". Por eso, con toda naturalidad, hemos paseado al presi de un lado para otro. Para él todo parecía normal, pero a su alrededor pasaban las cosas más curiosas. Y es que un presidente con normalidad generar un caos de la leche. Lo sabe, y estoy convencido que por dentro se descojona, pero aparenta que todo transcurre con normalidad porque es un tío educado. Además, consigue unas cosas... He visto a uno, madridista reclacitrante, saludarle al grito de "aquí, viendo el atleti" con normalidad. Toma normalidad. Eso no es normal, es un milagro!

También he visto otras cosas normales. Personas hechas y derechas, con muchos años "en esto de la política" que perseguían al presidente. Esto es normal. Antes presumían de estar muy cerca de él, de darle consejos, de sorprenderles con ellos, y ahora nadie se traga esas pamplinas. Antes eran ya pocos los que se las tragaban pero ahora ya ni ellos mismos. De pronto pasan a ser personas "normales" (ya lo eran antes, pero ahora además es evidente), pasan a ponerse nerviosos porque con normalidad nos visita el ilustre, y lo que debería ser absolutamente normal se convierte en una carrera, más que por verle, por ser visto. El pobre presi, que había pedido expresamente que limitáramos la presencia de compañeros del partido para poder verse con la gente normal, de la calle, que no le ven ni le siguen a diario los movimientos, y poder charlar con ellos con normalidad, se encontraba en cada esquina a un grupo de guerrilleros militantes y diletantes, que le saludaban con normalidad.

Y es que esto es como la guerra, pero con normalidad. El bando perdedor deja de tener una tropa regular y se convierten en milicianos, eso sí, milicianos con normalidad. Resultaba divertido ver como organizaban su guerrilla, teléfono en mano, para seguirle los pasos al presidente. Se dividían en pequeños grupos aún más minúsculos para tratar por todos los medios de detectar donde iba a ver el presidente el partido, o cual iba a ser su siguiente parada, cuando no se jugaban el pellejo al incorporarse a la calle para no perder de vista "el objetivo". Y todo, claro, con la normalidad de los mis cojones, que dirían por estos lares.

Pero por fin todo vuelve a la normalidad. Las aguas a su cauce, los compañeros al trabajo, las guerrillas al monte, el uno a borrar su muro (que muy normal no es, me decía un joven compañero), el otro a colgar als fotos, y yo a mis resultados electorales para que la campaña transcurra con normalidad y de la forma más efectiva posible. Así que me voy a ir a limpiar la freidora, que llevo una semana sin comer patatas fritas, y no puedo presumir de normalidad en estas circunstancias. Os dejo una copla de mi adolescencia para combatir "la normalidad".

Un abrazo.



PD. No me leerás, pero... felicidades Mamá. En un rato te llamo.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Wikipedia nos define "normal" como "todo aquello que se encuentra en su medio natural"

Miremos desde el siguiente punto de vista:
Nuestra ciudad tiene su fauna y, es normal que ante perturbaciones que alteren su hábitat, algunas especies sean más sensibles que otras. También es normal que las especies se distribuyan en el espacio dependiendo de varios factores, entre ellos las relaciones de competitividad y de depredación.
Quizá por todo esto algun@s lo vean todo con normalidad; yo personalmente al considerarme ser humano más que simple animal me apunto a tu normalidad de los mis cojones.

Muy, pero que muy buena entrada compañero!